CicloSofo

Atravesando Bulgaria

La entrada en Bulgaria fue de lo más curiosa. Queriendo evitar una gran subida, pregunté si era posible continuar por la carretera principal. Resultó ser autopista, pero el policía me dijo que sí! La velocidad máxima era normalmente de 80, así que aún más fácil que yendo por nacional, y con gran arcén.

Pero todo cambió pronto: un tramo grande de obras y se convertía en una carretera de un solo carril separado por señales, sin apenas arcén. ¿Qué implicó? Que un coche tirara una de estas para adelantarme y un camión me llegara a tocar.

Lo pasé mal. Salí de la autopista y me topé con una carretera completamente de adoquines. Acabé combinando las dos cosas. También llovió, hizo frío… pero llegué pronto a Sofia y pude visitar su catedral.

Me gustó mucho el ambiente de la ciudad. Pero por desgracia no pude probar comida búlgara, en el restaurante al que fui se habían quedado sin los platos típicos de la carta.

Dormí con Patrik en un hotel. Al día siguiente dimos otra vuelta por la mañana y nos dirigimos, juntos al principio, hasta Plovdiv.

Parecía imposible en un principio, pero la segunda mitad del día fue excesivamente favorable y me encontré con 2 ingleses que hacían la ruta Bristol – Estambul (Bristambul project) y juntos hicimos los últimos 40km a aprox. 30km/h de media.

Al llegar tuve que ir a decathlon a comprar una bomba, había perdido la mía con la que estaba encantado. Reservé un hotel para Patrik  y para mi en el centro, justo encima de la zona de marcha.

Sería nuestra última noche juntos.

Me habían hablado excelentemente de Plovdiv, pero la verdad que no encontré nada realmente llamativo en ella.

Esa noche vomité y comencé un ciclo de malestares que me ha durado, si no me equivoco, 6 días. Fue mi día más duro. No pude desayunar, era un zombie. Acabé dormitando en un parque, y sin comer apenas nada, logré hacer 80km y llegar a Haskovo, donde también dormí en hotel. Tenía que seguir para llegar a Estambul.

Al siguiente día estuve bien, y pasé primero a Grecia, donde no vi absolutamente nada pues no había ninguna población en esa carretera y todos los comercios, incluidas gasolineras, estaban cerradas en domingo, y luego a Turquía. Eso, en el siguiente episodio.

Estar con Patrik estuvo bien, pero viajando en bicicleta, como estando en pareja, refleja lo diferentes que somos todos y lo difícil que es compatibilizar. Yo quería levantar a las 6, él a las 5. Yo desayunar un café en una panadería y probar cosas, él frutas del super. Etc. etc. A pesar de hacer los mismos km, de encajar realmente bien en muchas cosas, nos quedó patente lo complicadísimo que es congeniar absolutamente en algo así.

¿Hace falta un congenio así con nuestras parejas?