Hola a todos,

 

Escribo la noche del 18 de julio, mi décimo día de viaje. Llevo en Francia desde el día 5. Han sido días de muchos contrastes, vegetación y clima sobre todo. Pero también de empezar a entrever de qué trata realmente viajar en bici. Cuanto más me alejo de España más interesante resulta portar la bandera, pues es la forma de llamar la atención. Y, así, me encuentro con Valentín que vive en la Rochelle y me lleva a comer a su casa, o con Vivian, quien me invita a un café y quiere una foto mía para enseñar este “espagnol sympa” que viaja por el mundo. Además, con la plataforma warmshowers ya son 2 familias las que me acogen y me integran como uno de ellos durante un día. Casi me da vergüenza. Me dan de cenar, me lavan la ropa… Uno más de ellos. Esto es viajar, y no visitar. Yo recibo estas muestras de cariño sabiendo que yo también he sido y seré anfitrión en Oviedo como ellos lo son conmigo. 

 

Aunque esto tiene un problema para mí. Tengo tiempo limitado y para quedar con esta gente tengo que avisar, como tarde, el mismo día. Supone comprometerme con una distancia quizá demasiado larga, quizá demasiado corta. De momento creo que aprovecharé el alojamiento en días de lluvia, que siempre son más complejos para acampar. 

 

Por lo demás, los días siguen siendo montañas rusas, yo me veo cada día más fuerte pero, aún así, la distancia que creía que podría hacer es imposible. Queda mucho pensar qué quitar del plan inicial.