CicloSofo

Recorriendo Serbia

Dejar Hungría supuso atravesar la primera frontera de verdad. De las de sello y las de un montón de basura entre los 2 países, pues es tierra de nadie y nadie se hace responsable. Sé que es ilógico, pero el momento de cruzarlas te hace venirte un poco arriba y sirve para ver cuán lejos estás de casa.

Sin embargo, en este caso la ilusión me duró poco. El carril bici cambió drásticamente, empezaba a haber perros callejeros, las carreteras estaban hechas de losas, entre las cuales siempre había un pequeño hueco en el que botaba la bici, hacía fresco y por último era la primera vez en que me encontraba con el hedor de la podredumbre de animales muertos lo cual ocurría cada muy escasos kilómetros.

Todo eso hizo que mis dos primeros días en Serbia fueran especialmente duros y que estuviera repitiéndome mensajes pesimistas todo el tiempo.

A mitad del segundo día, en Novi Sad, me encontré con Patrik, polaco afincado en Cambridge que estaba haciendo la misma ruta hasta Estambul. Decidimos juntarnos.

Esa tarde, de nuevo, hubo tormenta (van unas cuantas) y nos alojamos en hotel en Belgrado. Antes de llegar tuve un pinchazo que mi tubeless no pude reparar, y tuve que perder varias horas en una tienda para cambiar la cubierta a una tradicional de cámara y aprovechar a sustituir material dañado.

Había estado en Belgrado 7 años antes, y la verdad que lo vi mejorado. Aunque en algunas zonas el carril bici ha sido el peor que me he encontrado hasta el momento.

Al día siguiente fuimos juntos pero quedó patente que no era forma. Yo, más rápido por llevar menos peso, cada uno haciendo diferentes tipos de paradas, y él compensando a base de horas. Esperábamos el uno por el otro y la casa sin barrer. Llegamos tarde a destino, una pena, pues había fiesta.

Al día siguiente cada uno por su cuenta, nos encontramos en Nis, ciudad moderna pero con poco monumento, y seguimos juntos hasta que hicimos acampada libre.

Al próximo día cruzaríamos a Bulgaria cada uno por su cuenta.

Serbia fue duro, pero Patrik me hizo la compañía necesaria. La gente ha sido mucho más simpática que en otros países, y me da rabia que, aún así, prevaleciera en mí ese sentimiento negativo.

Me invitaron a desayunar para probar algo típico, a helado y limonada porque… Sí jaja me ayudaron a traducir y simplemente me invitaron, y una familia estaba empeñada en que nos quedáramos a su fiesta a beber cerveza, comer cordero y cerdo, y a dormir. Tanto insistieron que vinieron con trozos de carne para que probáramos.

Pero ya tenía el vuelo desde Estambul y no podía retrasarme.